Gozadas las delicias del vasto mundo celestial y agotados sus merecimientos, vuelven a este mundo de muerte. Pues quienes practican las virtudes prescritas en los Vedas y en su corazón dan sitio al deseo, tan sólo alcanzan lo transitorio.
Plena seguridad allego a los hombres que, siempre armonizados, sólo a Mí adoran sin pensar en otro ser alguno.
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