Perdóname, ¡oh Ser Infinito!, si Te hablé como a familiar amigo y desconociendo Tu majestad exclamé: ¡Oh Krishna!, ¡oh Jadava!, ¡oh amigo!, impulsado por la ternura de mi amor.
Perdóname, ¡oh Ser sin mancilla!, si con irreverentes burlas te ofendí a mis solas o con amigos en el recreo y en el descanso, en la mesa y el lecho.
Más que el mismo Gurú mereces reverencia, ¡oh Padre de los mundos y de cuanto en ellos hay moviente e inmoviente! Si nadie Te iguala, ¿quién podrá sobrepujar Tu preeminente poder en los tres mundos?
Así ante ti me humillo con mi cuerpo y cumplidamente Te adoro. Dame tu bendición y mírame como el padre al hijo, el amigo al amigo, el amador al amado.
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