A aquellos que se
someten a severas austeridades y penitencias que no se recomiendan en las
Escrituras, y que las realizan por orgullo y egoísmo, a quienes los mueven la
lujuria y el apego, quienes son necios y quienes torturan los elementos
materiales del cuerpo así como también a la Superalma que mora dentro, se los
ha de conocer como demonios.
SIGNIFICADO
Hay personas que inventan
formas de austeridad y penitencia que no se mencionan en las disposiciones de
las Escrituras. Por ejemplo, ayunar con algún propósito ulterior, tal como el
de promover un fin puramente político, no se menciona en las indicaciones de
las Escrituras. Las Escrituras recomiendan ayunar en aras del adelanto
espiritual, y no con algún fin político o con un propósito social. Las personas
que se entregan a esa clase de austeridades son, según El Bhagavad-gita,
ciertamente demoníacas. Sus actos van en contra de las disposiciones de las
Escrituras y no son de beneficio para la generalidad de la gente. En realidad,
ellos actúan movidos por el orgullo, el ego falso, la lujuria y el apego al
disfrute material. Por medio de esas actividades no sólo se perturba la combinación
de elementos materiales de la que está construido el cuerpo, sino que también
se perturba a la
propia Suprema Personalidad de Dios que vive dentro del
cuerpo. Esos desautorizados ayunos o austeridades con algún fin político, son
sin duda muy perturbadores para los demás. En la literatura védica no se los
menciona. Puede que una persona demoníaca crea que por medio de ese método
puede forzar a su enemigo o a otros bandos a que acepten sus deseos, pero hay
quien ha muerto por esa clase de ayuno. Esos actos no los aprueba la Suprema Personalidad
de Dios, y Él dice que los que se dedican a ellos son demonios. Semejantes
demostraciones son insultos que se le hacen a la Suprema Personalidad
de Dios, porque se efectúan desobedeciendo los mandatos de las Escrituras
védicas. La palabra acetasah es significativa en relación con esto. Las
personas que están en una condición mental normal, deben obedecer las
disposiciones de las Escrituras. Aquellos que no están en esa posición, hacen
caso omiso de las Escrituras y las desobedecen, e inventan su propia forma de
austeridades y penitencias. Uno siempre debe recordar cómo termina la gente
demoníaca, tal como se describe en el capítulo anterior. El Señor los obliga a
nacer en el vientre de personas demoníacas. En consecuencia, ellos vivirán con
principios demoníacos vida tras vida, sin conocer la relación que tienen con la Suprema Personalidad
de Dios. Sin embargo, si esas personas son lo suficientemente afortunadas como
para que las guíe un maestro espiritual que pueda dirigirlas hacia la senda de
la sabiduría védica, pueden salirse de ese enredo y finalmente alcanzar la meta
suprema.
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