Unos [los
brahmacaris puros] sacrifican el proceso de oír y los sentidos en el fuego del
control de la mente, y otros [los casados regulados] sacrifican los objetos de
los sentidos en el fuego de los sentidos.
Comentario de Srila Prabhupada:
Los miembros de las
cuatro divisiones de la vida humana, es decir, los brahm acaris, los grhasthas,
los vanaprasthas y los sannyasis, tienen todos la misión de volverse yogis o
trascendentalistas perfectos. Como la vida humana no está hecha para que
disfrutemos de la complacencia de los sentidos como los animales, las cuatro
órdenes de la vida humana están dispuestas de modo tal, que uno pueda volverse
perfecto en la vida espiritual. Los brahmacaris, o los estudiantes que se
encuentran bajo el cuidado de un maestro espiritual auténtico, controlan la
mente absteniéndose de la complacencia de los sentidos. A ellos se les menciona
en este verso, indicando que sacrifican el proceso de oír y los sentidos en el
fuego de la mente controlada. Un brahmacari oye únicamente palabras relativas al
proceso de conciencia de Krsna; oír constituye el principio básico de la
comprensión y, en consecuencia, el brahmacari puro se dedica por completo a
harer namanukirtanam: a cantar acerca de las glorias del Señor y a oír hablar
de ellas. Él evita las vibraciones de los sonidos materiales y ocupa el sentido
de la audición en recibir la vibración sonora trascendental de Hare Krsna, Hare
Krsna. De modo similar, las personas casadas, quienes tienen cierta licencia
para complacer los sentidos, realizan esos actos con gran restricción. Tener
vida sexual, embriagarse y comer carne son tendencias generales de la sociedad
humana, pero un casado regulado no se entrega a una vida sexual sin
restricción, ni a otros placeres de los sentidos. Por consiguiente, el matrimonio
basado en los principios de la vida religiosa es algo corriente en todas las
sociedades humanas civilizadas, porque ése es el camino a seguir para una vida
sexual restringida. Esa vida sexual desapegada y restringida también es una
clase de yajña, porque la persona casada que se restringe, sacrifica en
beneficio de la vida trascendental superior su tendencia general hacia la
complacencia de los sentidos.
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