viernes, 1 de junio de 2018

Capítulo 12 - Verso 5


Para aquellos que tienen la mente apegada al aspecto no manifestado e impersonal del Supremo, el adelanto es muy penoso. Progresar en esa disciplina siempre es difícil para aquellos que están encarnados.

Comentario de Srila Prabhupada:

Los trascendentalistas que siguen la senda del aspecto impersonal, no manifestado e inconcebible del Señor Supremo, reciben el nombre de jñana-yogis, y las personas que se hallan en pleno estado de conciencia de Krsna, dedicadas al servicio devocional del Señor, reciben el nombre de bhakti-yogis. Ahora bien, aquí se expresa de un modo categórico la diferencia que hay entre el jñana-yoga y el bhakti-yoga. El proceso de jñana-yoga, aunque en fin de cuentas lo lleva a uno a la misma meta, es muy dificultoso, mientras que el sendero del bhakti-yoga, el proceso de estar al servicio directo de la Suprema Personalidad de Dios, es más sencillo y natural para el alma encarnada. El alma individual está encarnada desde tiempo inmemorial. Para ella es muy difícil entender simplemente de un modo teórico que no es el cuerpo. Por lo tanto, el bhakti-yogi acepta la Deidad de Krsna como venerable, debido a que en la mente hay cierto concepto corporal fijo que de ese modo puede ser aplicado. Claro que, la adoración de la Suprema Personalidad de Dios en la forma que Él tiene en el templo no es idolatría. En la literatura védica se constata que la adoración puede ser saguna y nirguna: del Supremo con atributos o sin ellos. La adoración de la Deidad del templo es adoración saguna, ya que al Señor se lo representa con cualidades materiales. Pero la forma del Señor, aunque se represente por medio de elementos materiales tales como la piedra, la madera o un óleo, no es de hecho material. Ésa es la naturaleza absoluta del Señor Supremo.
En relación con esto se puede dar un ejemplo de la vida diaria. En la calle hay unos buzones de correo, y si ponemos en ellos nuestras cartas, es seguro que éstas llegarán a su destino sin dificultades. Pero un buzón antiguo, o uno de imitación que encontremos en alguna parte y que no esté autorizado por la oficina de correos, no servirá. De igual manera, Dios tiene una representación autorizada en la forma de la Deidad, que se denomina arca-vigraha. Ese arca-vigraha es una encarnación del Señor Supremo. Dios aceptará a través de esa forma el servicio que se le preste a Él. El Señor es omnipotente, todopoderoso; por lo tanto, mediante Su encarnación arca-vigraha puede aceptar los servicios del devoto, tan sólo para la conveniencia del hombre que se encuentra en la vida condicionada.
Así que para el devoto no hay ninguna dificultad en dirigirse al Supremo inmediata y directamente, pero para aquellos que están siguiendo el camino impersonal hacia la iluminación espiritual, el sendero es difícil. Ellos tienen que entender la representación no manifestada del Supremo a través de Escrituras védicas tales como los Upanisads, y tienen que aprender el idioma, entender los sentimientos que no se perciben, y comprender a la perfección todos esos procesos. Eso no es algo muy sencillo para un hombre común. La persona consciente de Krsna, dedicada al servicio devocional, simplemente por la guía del maestro espiritual genuino, simplemente por ofrecerle reverencias a la Deidad tal como se estipula, simplemente por oír hablar de las glorias del Señor y simplemente por comer los remanentes de la comida que se le ofrece al Señor, llega a comprender de un modo muy fácil a la Suprema Personalidad de Dios. No hay ninguna duda de que los impersonalistas están emprendiendo sin necesidad un sendero penoso, con el riesgo de que al final de todo no lleguen a la plena comprensión de la Verdad Absoluta. Pero el personalista, sin ningún riesgo, problema ni dificultad, se dirige a la Personalidad Suprema directamente. En El Srimad-Bhagavatam aparece un pasaje similar. Ahí se declara que si en fin de cuentas hay que entregarse a la Suprema Personalidad de Dios (este proceso de entrega se denomina bhakti), pero en vez de ello uno se toma la molestia de tratar de entender lo que es Brahman y lo que no lo es, y emplea toda su vida de ese modo, el resultado de ello es sencillamente una molestia. Por lo tanto, aquí se aconseja que uno no vaya por ese sendero difícil de la autorrealización, ya que el resultado final es incierto.
La entidad viviente es eternamente un alma individual, y si ella quiere fundirse en el todo espiritual, puede que logre comprender los aspectos de eternidad y conocimiento de su naturaleza original, pero no comprenderá la porción de la dicha. Por la gracia de un devoto, esa clase de trascendentalista, sumamente entendido en el proceso de jñana-yoga, puede llegar al plano del bhakti-yoga, o el servicio devocional. En ese momento, la larga práctica del impersonalismo también se vuelve una fuente de problemas, porque él no puede abandonar la idea. De modo que, el alma encarnada siempre está en dificultades con lo no manifiesto, tanto en el momento de la práctica, como en el momento de lograr la comprensión. Cada alma viviente es independiente de una manera parcial, y uno debe saber con toda certeza que esa comprensión de lo no manifestado va en contra de la naturaleza de su bienaventurado ser espiritual. Uno no debe emprender ese proceso. Para cada entidad viviente individual, el proceso de conciencia de Krsna, que implica el dedicarse plenamente al servicio devocional, es el mejor camino. Si uno quiere hacer caso omiso de ese servicio devocional, existe el peligro de caer en el ateísmo. Así pues, este proceso de centrar la atención en lo no manifestado, lo inconcebible, lo que se encuentra más allá del alcance de los sentidos, tal como ya se expresó en este verso, jamás debe fomentarse, especialmente en esta era. El Señor Krsna no lo aconseja.

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